La crisis financiera que arrancó en el verano de 2007, y que aún sigue dando coletazos sobre los mercados, ha cambiado notablemente el mapa internacional de la inversión. En los últimos tres años, la inestabilidad de las economías desarrolladas ha encaminado a los inversores más osados a buscar oportunidades de crecimiento en las economías emergentes. Brasil, Rusia, India y Chile, se convirtieron en el eje central de una tendencia inversora que deparó, por lo general, excelentes rendimientos (sus bolsas de revalorizaron más de un 60% desde inicios de 2009). El elevado ritmo de crecimiento de las economías de estos países ha supuesto un impulso para la reta fija y variable.
Sin embargo, en los primeros compases de 2011, el intenso interés de los inversores por estos mercados ha experimentado diversos capítulos. Desde finales del ejercicio anterior, el incremento de la inflación en estos países se unió a la mayor confianza en la recuperación de las economías desarrolladas, con EEUU y Alemania a la cabeza, para restar lustre a los emergentes. Muchos inversores comprendieron el camino de regreso hacia los mercados tradicionales.
Los expertos insisten en que los mercados emergentes presentan aun unas perspectivas macroeconómicas muy favorables. Ni siquiera los esfuerzos realizados por países como China para enfriar su economía y poner coto, de este modo, a la inflación que afecta al país, han supuesto un lastre excesivo para las previsiones de crecimiento de estos mercados.
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